Foto: Anilú Hinojosa-Peña, Producción: Snowball
Por: Carlos Carabaña
Gerardo Obregón, ingeniero químico y emprendedor, era dueño de una carnicería en 2010. Un día, notó extraño a uno de sus vendedores. Le preguntó qué ocurría y su empleado le contó que había tenido que pedir un crédito de 10,000 pesos a su vecino, por el cual había pagado 1,000 pesos a la quincena en los últimos seis meses. “No es para tanto”, le comentó Obregón, “ya debes estar a punto de saldarlo”. Sin embargo, el trabajador le contestó que todavía debía 8,600 pesos.
A partir de ese momento, Obregón empezó a pensar en combinar tecnología y finanzas para lograr una plataforma que ofreciera la mejor solución para obtener créditos y rendimientos justos. Así, tras un año de desarrollo, en 2012 surgió Prestadero, su startup fintech. Hoy tiene 160,000 usuarios, entre solicitantes de crédito y prestamistas, quienes han prestado un total de 146 millones de pesos, con una tasa media de 17.3 %.
Según la definición de la Universidad de Wharton, el fintech es una “industria económica compuesta por compañías que usan la tecnología para hacer sistemas financieros más eficientes y menos costosos”. Su nombre viene de unir los términos financial y technology. Sin más estudios que su interés personal por las finanzas ni más relación que como cliente, Gerardo Obregón es ejemplo de que para incursionar en el sector fintech mexicano, un país donde casi la mitad de la población no tiene acceso a servicios bancarios, no hace falta un perfil específico. Sólo se requiere una idea y un plan.
Mercado potencial
Para crear una startup fintech, “lo más importante es querer satisfacer una necesidad y saber que la competencia son los grandes bancos, que tienen mucho recorrido”, advierte Marcela Oviedo, chilena experta en banca y negocios financieros y asesora del Tecnológico de Monterrey para el diplomado en Banca Digital y Negocios Fintech, “pero los bancos van más lentos que las fintech, porque su estructura les impide moverse rápido”. Además, la finalidad de estas últimas es acercar los productos a quienes no logran bancarizarse porque no caben en los modelos de riesgo de los bancos o por la falta de historial crediticio. La regulación es, desde su punto de vista, una ventaja competitiva, ya que, por su menor tamaño, las fintech pueden comprenderla y cumplirla de una forma más sencilla.
Eduardo Morelos, antiguo Head of Acceleration de Wayra en México, la aceleradora de startups y de fondo capital semilla de Grupo Telefónica, y director de Startupbootcamp Fintech, recomienda seguir tres directrices básicas: 1) definir bien cuál es el programa o misión que desea atender, lo que permite entender factores externos, como la competencia, las soluciones existentes, las necesidades de los clientes, así como claves para el éxito del emprendimiento; 2) ser capaces de diseñar un producto e irlo probando en el mercado de manera ágil, ya que un error que cometen muchos es esperar a que esté completamente desarrollado, cuando se puede aprender de hacer interacciones breves, y 3) acercarse a instituciones y entendidos del sector donde se quiere incursionar y aprender de ellos. De acuerdo con los últimos datos publicados del Fintech Radar México 2016, este país cuenta con un total de 158 empresas fintech, por lo que ya se le ve como una potencia de la región, sólo superado por Brasil (219), y muy por encima de Colombia (77) o Argentina (60).
Por su parte, Marcela Oviedo considera que en México los motivos de la fuerza del sector son claros y que existen tres aspectos fundamentales que lo explican: “hay mucho talento, hay dinero privado y público y hay muchos clientes potenciales”. Esto ha llevado a varios analistas y gente del sector a hacer una predicción: para 2027, alrededor de 30 % del sector bancario mexicano, valorado en 30,000 millones de dólares, se encontrará en manos de fintechs. “Esa tasa puede ser incluso mayor, pero no tengo tan claro que vayan a existir emprendimientos exitosos que no vayan a ser comprados por un banco”, advierte Marcela Oviedo, en relativo desacuerdo; “actualmente, los bancos tienen o apoyan muchas iniciativas y están reclutando a gente del ecosistema y comprando empresas, algo que puede ralentizar un poco el proceso”.
¿Euforia con dudas?
En México falta una regulación concreta sobre la interacción entre el mundo de las finanzas y el de la tecnología, para la que entidades privadas hacen lobby. Conocida como Reforma Fintech, el Congreso iba a discutirla en 2016, pero el cambio en la cabeza de la Secretaría de Hacienda, así como la evaluación que aún realiza el Banco de México, hasta el cierre de esta edición de Tec Review habían detenido el trámite legislativo.
Frente a la inmensa mayoría de optimistas respecto al futuro del fintech, hay analistas que advierten contra la euforia del fintech. Christopher Flowers, por ejemplo, en una entrevista para The Wall Street Journal, advertía que la mayoría de las compañías acabarán en lágrimas debido a que la idea del mundo de la tecnología, que es crecer rápido y dominar un sector, es contraria a la lenta naturaleza de las finanzas.
“El regulador ha tenido una buena disposición a escuchar a los dueños de los negocios y, aunque no se ha aprobado una regulación específica, ha estado abierto y ha reconocido que ésta es una ola que tiene un momento y tratan de adecuarse, lo que hace que muchas empresas tengan la confianza de salir aquí”, opina Gerardo Obregón. ¿Y qué pasó con el carnicero que inspiró su Prestadero? Obregón asegura que le prestó dinero para que luego se lo fuera pagando poco a poco, sin intereses. No ganó nada, pero como esta acción le dio la idea para Prestadero, no le parece que haya sido una mala inversión.