Las empresas de tecnología financiera (conocidas como Fintech) han estado proliferando de manera acelerada en América Latina en los últimos años, augurando cambios importantes en los mercados financieros y planteando un desafío para los reguladores.
Así lo indica un estudio realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Finnovista, una organización dedicada a apoyar este tipo de empresas.
De acuerdo con el documento, en la región hay 703 empresas de tecnología financiera identificadas, distribuidas en 15 países y con soluciones tan diversas como las ofertadas en el ámbito global.
Con 230 firmas, Brasil aporta el mayor número de emprendimientos, seguido por México con 180; Colombia, con 84; Argentina, con 72 y Chile, que registra 65.
“Estos cinco países concentran casi un 90% de la actividad Fintech en América Latina, mientras que el 10% restante se encuentra repartido entre Perú, Ecuador, Uruguay, Costa Rica, Paraguay, Venezuela, Guatemala, República Dominicana, Honduras y Panamá”, se afirma en la investigación.
El documento recoge que en República Dominicana se registran dos empresas de tecnología financiera: meSuma y RexiFinanzas.
En toda la región estos emprendimientos son bastante jóvenes. De hecho, el 60% surgió entre 2014 y 2016.
“Este auge refleja que entre los emprendedores existe una visión clara sobre el potencial del sector y sobre las oportunidades para fortalecer la industria y su impacto”, sostiene el informe.
A la vez, subraya que hay por delante retos importantes, dado que “la mayoría de los productos y modelos de negocio tienen poco tiempo en el mercado y aún necesitan madurar y crecer” para ser sostenibles en el largo plazo.
También hay puntos por cotejar en materia de regulación y estímulos. En este aspecto, el documento sugiere considerar ejemplos de buenas prácticas implementadas en otros países.
“Algunas de las buenas prácticas implementadas en otros países como el Reino Unido o Singapur podrían trasladarse también a países de América Latina. Dos de ellas se destacan: (i) las exenciones temporales sobre autorizaciones para las Fintech por parte de los reguladores, y (ii) la creación de bancos de prueba regulatorios temporales en los que las Fintech puedan operar, evaluar sus modelos de negocio y ofrecer sus productos innovadores en ambientes monitorizados”, explica.
“Legaron para quedarse”
“La revolución Fintech ha llegado a América Latina para quedarse”, afirma en el prólogo del estudio Juan Antonio Ketterer, jefe de la División de Conectividad, Mercados y Finanzas Banco Interamericano de Desarrollo.
Advierte que “resta decidir cómo la vamos a adoptar de manera tal que se adecue a nuestros intereses y necesidades, ya que se trata de un elemento fundamental para el desarrollo de la economía digital”.
Considera que las Fintech “muy probablemente” contribuirán a reducir la brecha de financiamiento en el sector productivo, que afecta principalmente a las pymes.
“Por un lado, el surgimiento de nuevas plataformas e intermediarios financieros en línea, con menores costos de transacción y nuevas técnicas y fuentes de información para evaluar el riesgo crediticio, contribuirá a expandir el acceso al financiamiento de las pyme, plantea.
En segundo lugar resalta que las nuevas soluciones para pagos y herramientas digitales estimularían un mejor desempeño financiero empresarial: “…no solo facilitarán la digitalización y formalización de estos negocios, sino que además el historial de sus transacciones o huellas digitales pueden utilizarse para evaluar el riesgo de crédito, creando nuevas opciones para resolver asimetrías de información, con sus consecuencias positivas en términos de oportunidades de obtención de financiamiento”, consideran.