Por Sergio Salinas
En un reciente foro FinTech organizado por la Superintendencia del Mercado de Valores (SMV), se expuso la notable experiencia de Brasil, que arroja luces sobre lo que se puede hacer (y evitar) para promover el desarrollo del mercado de capitales mediante el aprovechamiento de las tecnologías de la información (TI), sin descuidar la necesaria protección de los intereses de los inversionistas retail.
Destaca, en primer lugar, el enfoque regulatorio utilizado. En lugar de diseñar frondosas regulaciones, la CVM (regulador del mercado de valores brasileño) ha optado por organizar un Fintech Hub, que conecta a los actores del mercado con el regulador, estableciendo un diálogo fluido y permanente que permite identificar riesgos y oportunidades de intervención reguladora, para corregir fallas y mejorar la performance del mercado. La CVM ya está discutiendo su plan de trabajo al 2023, con supuestos, objetivos, metas, acciones y presupuestos concretos. Envidiable.
En materia de crowdfunding, mecanismo utilizado para captar fondos del público a través de plataformas tecnológicas, el regulador ha decidido exonerar de autorizaciones y registros a las ofertas menores a US$ 1.6 millones, y más bien registrar a los operadores de las plataformas de crowdfunding, exigiéndoles cautelar que la revelación de información de cada oferta cumpla con los estándares mínimos requeridos para que los potenciales inversionistas puedan tomar decisiones de inversión racionales. La competencia generada entre los propios portales por diferenciarse y ofrecer mejores servicios, a menores costos, beneficia a los inversionistas retail, y genera ahorros al propio regulador. El regulador es perfectamente consciente de que sería imposible revisar y autorizar cada una de las incontables pequeñas ofertas que se pueden realizar en estas plataformas. Ni siquiera se enteraría de su existencia.
Para ofertas mayores, el regulador tiene previsto utilizar robots para la revisión de prospectos informativos electrónicos en el caso de emisiones estandarizadas (títulos de deuda, principalmente), eliminando, de un porrazo la necesidad de mano de obra humana, que puede reservarse para actividades de mayor valor agregado para el regulador y la sociedad. Un ejemplo de lo que se puede hacer en todas las actividades del Estado.
Encuestas de la CVM revelan que hasta un 70 % de la población brasileña (200 millones) está dispuesta a invertir sumas pequeñas en emprendimientos, si las condiciones son adecuadas. Al reducir significativamente los costos de transacción, las TI pueden conseguir, finalmente, lo que las bolsas de valores y el Estado no han podido hasta ahora. Hay, pues, pan por rebanar.